TokyoPop I

Recien llegado de Japón he decidido que tengo que contar de forma breve las aventuras y desventuras por esa maravilla de ciudad que es Tokyo.

Para empezar algunos datos prácticos: viajamos Antonio, Ana, Ruben, Jose y yo; llegamos el domingo día 1 a eso de las 3 y nos alojamos en un hostel muy interesante a 5 minutos de la parada de Ikebukuro de la Yamanote Line. Muy práctico, muy ajustado de precio, instalaciones más que decentes. Resumen: desde mi punto de vista el hotel fue un triunfo. Desde allí quedábamos fácilmente con Jose (que se alojaba en casa de un amigo suyo, Moisés) y podíamos acceder sin perder mucho tiempo a casi todas las zonas de la ciudad.

El primer día visitamos Shibuya: luces, ruido, gente corriendo, Hachiko, un pequeño bar de soba y udon para cenar, una cerveza en un "english pub", dolor de espalda y ganas de irse a dormir. No sabría decir si las impresiones de mis compañeros de viaje en ese primer día fueron buenas o no (especialmente las de Ana, Antonio y Ruben porque Jose ya había estado en Japón antes, como yo) porque Shibuya impresiona y apabulla a partes iguales. Las mías fueron muy buenas, de hecho me parecía haber estado allí hace poco tiempo y no hace un año y medio: el metro, salir de la estación de Shibuya, las calles, las tiendas, todo estaba impreso en mi memoria, todo me parecía familiar. Y esa familiaridad se ha mantenido durante todo el viaje, aunque de las consecuencias de eso ya hablaré en el próximo post.

Al día siguiente nos fuimos a ver el parque de Ueno y el templo Senso-ji en Asakusa: paseo tranquilo, árboles, fotos muy frikis y el primer tiento al Sushi en un restaurante con cinta giratoria que estaba bastante bien. Por la tarde, Akihabara, el templo de la electrónica y todo lo relacionado con los videojuegos y el mundo otaku. En una de las tiendas manga pude ver la cara de extenuación de Rubén y Jose: creo que no habían supuesto que pudiera existir tanta cantidad de manga diferente, con diferentes géneros, propuestas y públicos. Cuando llegamos a los muñequitos y al merchandising se saturaron y el cerebro les explotó. En el mismo Akihabara encontramos un buen restaurante donde comimos Yakitori, un plato de Okinawa con unas verduras de las que se dice que tienen propiedades "vigorizantes", gambas y otro platos deliciosos. Para beber, cerveza y sake. Y todos contentos y risueños nos fuimos a dormir. Buenas noches.

Quedan para mañana más momentos e historias: sushi en el mercado de Tsukiji, un rato de descanso en los jardines imperiales, una cena divertidísima en un bar barato y lleno de jovenzuelos o una noche de fiesta en Roppongi. Os dejo ahora con unas fotos y una composición (con música) que he hecho a partir de unas fotos casuales que le hice principalmente a Jose (y en segundo plano, a Ruben) en el parque del Palacio Imperial. Las fotos no están bien encuadradas, hay salto de eje, están borrosas y no responden a ningún tipo de planificación pero cuando las he visto me han inspirado un poco. Jose, no te me enfades por ese retrato de hombre fumador que dejo en el blog, está hecho con todo el cariño. Lo dicho, mañana más, ha sido un viaje fantástico con una gente increible en una ciudad maravillosa. ¿Qué más se puede pedir?

En Shibuya, de izquierda a derecha, Ruben, Moisés, Jose, Antonio, Ana y servidor.

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